Fui criado en una familia de comerciantes, personas aguerridas y vehementes que trabajan duro para salir adelante. Que a pesar de tener las circunstancias en su contra se aferraron a un sueño y no descansaron hasta verlo hecho realidad. Un lugar donde desde pequeño se me enseñó a hablar con desconocidos, entregar volantes y publicidad del negocio familiar, negociar con personas mayores, y sobre todo la honra y dignidad que trae consigo el trabajo duro. Me educaron para no esperar a recibir pescado sino con mis manos ir, atraparlo y sazonarlo a mi gusto. A que en la vida uno debe soñar con los pies en la tierra y la mirada en alto, y que con pasión y dedicación se puede salir adelante y lograr los objetivos.
Tal vez usted, querido lector, se sienta identificado con algo de lo que describí arriba, pero quiero contarle el cambio de mentalidad al que me enfrenté cuando conocí el poder de la tecnología. Los negocios tradicionales de mi familia fueron tan variados como usted no lo imagina, pasamos por restaurantes, bares, veterinarias, minimercados, panaderías, tiendas de ropa, y hasta un jardín infantil; el don emprendedor de mis abuelos caficultores estaba impreso en mi familia. Por ello le digo que conozco los dolores de ser microempresario y querer sacar un proyecto adelante, porque junto a mis padres transité por todas las etapas habidas y por haber de ser emprendedor en Latinoamérica.
Pasamos de juntar unos ahorros con esfuerzo a pensar en una idea que pudiese brindar una entrada adicional de dinero, buscar proveedores, cotizar por todos lados buscando la mejor relación precio calidad, recorrer cientos de kilómetros para encontrar ese local que se adaptara al presupuesto, empezar con las uñas y hacer de todo para poder arrancar, buscar personal porque al negocio le va bien y empieza a crecer, tener que pedir prestado porque el negocio no da utilidades y las facturas no dan espera, enfrentar a la competencia, a las entidades gubernamentales con documentos que ni sabíamos de su existencia, y sufrir pérdidas por robo o disminución
de las ventas.¡Créame que esto y mucho más lo he vivido, y sé lo que se siente!
Todo esto en épocas en las que no existían herramientas que nos ayudarán con nuestro negocio, y nos hicieran la vida más fácil a los emprendedores como Sumer lo hace. El cambio de mentalidad nace cuando salgo de la universidad a buscar otras alternativas para mi vida y no seguir el camino tradicional de mis padres. Me encuentro con una aplicación que resuelve la mayoría de problemas que como emprendedor en algún momento viví, y ahí supe que tenía que unirme a esos locos que querían cambiar Latinoamérica. Que debía aportar todo mi conocimiento, ideas y energía a ese propósito que nos unía y por el cual me sentía identificado. Y es así como dejé el comercio tradicional del cual tenía algo de conocimiento y experiencia y me uní al mundo de la tecnología, donde desconocía de todo.
Empecé a ver cómo las cosas que nuestro equipo desarrollaba le cambiaba la vida a miles de personas en la región, y sobre todo, aquello que lo que un día pasamos con mi familia se volvía más fácil si uno adopta la tecnología. Es retador porque estamos acostumbrados al papel y al lápiz, a imprimir y repartir publicidad, a todo hacerlo en efectivo y sobre todo a soñar pequeño. Pero mi consejo a usted que está leyendo esto y que en algún momento vivió lo que describí en las anteriores líneas es que le abra la puerta a estas herramientas, las pruebe, descubra lo hermoso y fácil que es utilizarlas, la gran ayuda que es para nuestros negocios, y por encima de todo a que sueñe con llegar a la luna, porque en Sumer seremos ese cohete que lo va ayudar a llegar allá, a lo que todos los emprendedores soñamos: generar empleo, crecer nuestro negocio, poder vender cada vez más, ser reconocido en nuestra ciudad o país, cambiar nuestras vidas y la de nuestras familias y sobre todo desarrollar nuestra región.
Autor invitado:
Carlos Espinosa